NO ME MOLESTA EL HUMO / CARLOS NAYA

14 X 20

64 PÁGINAS

ISBN 978-631-6523-09-9

 

Para nuestra generación –como para las anteriores–, la poesía ha sido el ojo de la cerradura que nos permite espiar el futuro. También resulta el arma con la que podemos enfrentar al progreso, casi siempre enemigo de los filtros de amor y los zaguanes protectores. Y es una contraseña: los poetas se reconocen entre sí, intercambian creaciones y esquivan a gendarmes de la moral y alcahuetes en general. Así, Carlos decidió dar a conocer sus amores y estupores acomodándolos dentro de un libro que lo trascenderá y hablará de él mejor que cualquier legajo administrativo. Carlitos, amigo, ¡qué alegría!

 Ricardo Arriagada

Una cuerda, de donde tomarnos para no caer. Estos poemas de Carlos, mi amigo, compadre, son eso. Una larga soga poética que recorre la melancolía, la tristeza, las alegrías, recuerdos, nunca olvidos… La Vida. Eso, un sencillo hilo de plata es lo que nos ofrece este poemario y nosotrxs tenemos la posibilidad de aferrarnos. Tal vez nos salve.

Jorge Gabriel García

Dicen los entendidos y criteriosos que la poesía no cambia el mundo ni tuerce las injusticias. Pero algunos poetas hacen caso omiso de ese apotegma y sus lectores lo ignoran con complicidad consentida. Carlos es uno de ellos. Su poesía nos retrotrae a la épica cotidiana y, a poco de comenzar a leer sus textos, los decimos dentro nuestro con esa cadencia particular de quienes leen poemas, oficio que no es el mío. Las letras de Carlos están llenas de sabores, aromas y paisajes por él conocidos y deseados. Generoso nos abre la puerta para disfrutarlos. Y ahí andamos por los lejanos sures de ancestros aún más remotos, por los rincones de un más cercano conurbano, el inmediato mar, el humo piquetero y el sabor del vino compañero. Suerte que Carlos no cree en las sentencias modernas y escribe poemas.

Eduardo Britos

 

Carlos Emilio Segundo Naya nació en Villa Urquiza en agosto de 1959 y se crio en Los Polvorines, distrito de Malvinas Argentinas. Es hijo de Elena y Emilio, hermano de Marita, Patricia y Juan José. Está casado con Ingrid. Tiene dos hijos varones, Emiliano y Mariano, y dos nietas más uno en camino. Se mudó a Mar del Plata en plena guerra de Malvinas. Cursó la escuela técnica y se capacitó en telecomunicaciones. Militante y dirigente social en el cooperativismo, el vecinalismo y el gremialismo de pequeños y medianos empresarios. Comenzó a escribir hace doce años. También escribe cuentos y letras de canciones que todavía no encuentran su música. Actualmente es empleado del Espacio Unzué de Mar del Plata, lugar de encuentro social y cultural desde una perspectiva relacionada con la niñez.

 

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Para nuestra generación –como para las anteriores–, la poesía ha sido el ojo de la cerradura que nos permite espiar el futuro. También resulta el arma con la que podemos enfrentar al progreso, casi siempre enemigo de los filtros de amor y los zaguanes protectores. Y es una contraseña: los poetas se reconocen entre sí, intercambian creaciones y esquivan a gendarmes de la moral y alcahuetes en general. Así, Carlos decidió dar a conocer sus amores y estupores acomodándolos dentro de un libro que lo trascenderá y hablará de él mejor que cualquier legajo administrativo. Carlitos, amigo, ¡qué alegría!

 Ricardo Arriagada

Una cuerda, de donde tomarnos para no caer. Estos poemas de Carlos, mi amigo, compadre, son eso. Una larga soga poética que recorre la melancolía, la tristeza, las alegrías, recuerdos, nunca olvidos… La Vida. Eso, un sencillo hilo de plata es lo que nos ofrece este poemario y nosotrxs tenemos la posibilidad de aferrarnos. Tal vez nos salve.

Jorge Gabriel García

Dicen los entendidos y criteriosos que la poesía no cambia el mundo ni tuerce las injusticias. Pero algunos poetas hacen caso omiso de ese apotegma y sus lectores lo ignoran con complicidad consentida. Carlos es uno de ellos. Su poesía nos retrotrae a la épica cotidiana y, a poco de comenzar a leer sus textos, los decimos dentro nuestro con esa cadencia particular de quienes leen poemas, oficio que no es el mío. Las letras de Carlos están llenas de sabores, aromas y paisajes por él conocidos y deseados. Generoso nos abre la puerta para disfrutarlos. Y ahí andamos por los lejanos sures de ancestros aún más remotos, por los rincones de un más cercano conurbano, el inmediato mar, el humo piquetero y el sabor del vino compañero. Suerte que Carlos no cree en las sentencias modernas y escribe poemas.

Eduardo Britos

 

Carlos Emilio Segundo Naya nació en Villa Urquiza en agosto de 1959 y se crio en Los Polvorines, distrito de Malvinas Argentinas. Es hijo de Elena y Emilio, hermano de Marita, Patricia y Juan José. Está casado con Ingrid. Tiene dos hijos varones, Emiliano y Mariano, y dos nietas más uno en camino. Se mudó a Mar del Plata en plena guerra de Malvinas. Cursó la escuela técnica y se capacitó en telecomunicaciones. Militante y dirigente social en el cooperativismo, el vecinalismo y el gremialismo de pequeños y medianos empresarios. Comenzó a escribir hace doce años. También escribe cuentos y letras de canciones que todavía no encuentran su música. Actualmente es empleado del Espacio Unzué de Mar del Plata, lugar de encuentro social y cultural desde una perspectiva relacionada con la niñez.